Aplicar hielo para rebajar una hinchazón y mitigar el dolor tras un golpe se ha convertido en una costumbre en prácticamente todos los hogares. Al fin y al cabo, lo vemos en las películas, en los eventos deportivos y en muchos otros sitios, de ahí que lo imitemos casi sin pensarlo. Y en cierto modo, es un hábito beneficioso, aunque hay que tener en cuenta una serie de premisas.
Para empezar, cabe reseñar que la crioterapia, es decir, el uso del hielo para fines terapéuticos, se emplea casi siempre en lesiones que se han producido recientemente o en tratamientos específicos para deportistas. Por el contrario, el hielo no está indicado para dolencias crónicas que se manifiestan de manera continuada.