Me duele algo, voy al fisioterapeuta y me curan. Esta secuencia parece lógica, pero no es correcta porque parte de una premisa errónea: el paciente no es un sujeto pasivo. O al menos, no debe serlo, ya que una recuperación completa requiere voluntad, constancia y disciplina.
Pacientes pasivos
Hay quien piensa todavía que ir al fisioterapeuta consiste en tumbarse en una camilla, relajarse, esperar a que el profesional haga su trabajo y olvidarse de todo hasta la siguiente sesión. Craso error, ya que la lesión no desaparece por arte de magia cuando el paciente sale por la puerta de la clínica.
Pacientes activos
Las personas que asumen que son parte importante del tratamiento tienen mucho ganado. Al fin y al cabo, una sesión de fisioterapia puede durar alrededor de una hora, pero el día tiene 23 más y no podemos subestimarlas. Por eso, un paciente activo que sigue las recomendaciones del fisioterapeuta antes, durante y después de las sesiones tiene muchísimas más posibilidades de recuperarse en menor tiempo y en mejores condiciones que un paciente pasivo. Y no sólo eso, sino que aprenderá muchísimo más sobre su dolencia, conocimientos que le serán muy valiosos para prevenir una recaída.
Conclusión
Evidentemente, el fisioterapeuta es el que debe llevar la voz cantante en la recuperación, pero con la colaboración del paciente todo es mucho más sencillo y se obtienen mejores resultados.