Aplicar hielo para rebajar una hinchazón y mitigar el dolor tras un golpe se ha convertido en una costumbre en prácticamente todos los hogares. Al fin y al cabo, lo vemos en las películas, en los eventos deportivos y en muchos otros sitios, de ahí que lo imitemos casi sin pensarlo. Y en cierto modo, es un hábito beneficioso, aunque hay que tener en cuenta una serie de premisas.
Para empezar, cabe reseñar que la crioterapia, es decir, el uso del hielo para fines terapéuticos, se emplea casi siempre en lesiones que se han producido recientemente o en tratamientos específicos para deportistas. Por el contrario, el hielo no está indicado para dolencias crónicas que se manifiestan de manera continuada.
Beneficios
El hielo produce varios efectos sobre nuestro cuerpo. Por un lado, es un contrastado analgésico que reduce el dolor y disminuye la inflamación. Y por otro, dinamiza el riego sanguíneo y reduce el espasmo muscular de la zona.
¿Cómo aplicarlo?
La bolsa de hielo picado es la forma más convencional de crioterapia, aunque hay otras. Sin ir más lejos, en las farmacias se venden bolsas de Criogel, que es una especie de gelatina que se mantiene flexible aun estando congelada. De igual modo, también se puede emplear una bolsa de guisantes congelada, ya que se adaptará muy bien a la zona afectada. Al margen de estos remedios ‘caseros’, se puede conseguir una eficacia aún mayor con baños de agua con hielos y criomasajes, aunque estas técnicas siempre deben ser supervisadas por un profesional sanitario.
¿Cuánto tiempo?
El hielo no es inofensivo. Es decir, su uso prolongado puede provocar quemaduras e inhibición muscular, por lo que intentando solucionar un problema podemos crear otro. Para evitarlo, es aconsejable colocar un paño fino entre el hielo y la zona afectada y no aplicarlo durante más de 15 minutos.
Si necesitas cualquier aclaración sobre el uso del hielo para fines terapéuticos, no dudes en consultarnos.