No hay calzado más propio del verano que las chanclas o sandalias. Las usamos para estar por casa, para ir la playa o la piscina e incluso para dar pequeños paseos. Al fin y al cabo, son cómodas, frescas y ligeras, tres buenas cualidades que las hacen indispensables cuando llega esta época del año. La pregunta es: ¿son realmente buenas para nuestros pies?